Así es, nos embarcamos en el el tren màs largo del mundo, o eso dicen. Està en Mauritania. Jorge nos quiso acompañar en la aventura, dura. Más de doce horas de un vagón cochambroso en el que la mayoría de los asientos eran simples tablones de madera. Suerte que la gente que conocimos (como dos malienses camino a comerse España, aquel país donde dicen que se puede ganar 600 o 700 euros al mes…) era realmente interesante.
No se si se nos quedó a ninguno la sonrisa en la boca después del trayecto, ni si volveremos, pero fue una de esas experiencias que había que probar. Para eso viajamos, ¿no?